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SUELO PÉLVICO

Rehabilitacióndel suelo pélvico:

Guía práctica por etapas de la vida

sabías que...

Más de un tercio de las mujeres sufre secuelas en su suelo pélvico tras dar a luz. Dolores en las relaciones sexuales (hasta un 35% de los casos), dolor lumbar (32%) o incontinencia urinaria (entre un 8% y un 31%) meses después del parto son problemas frecuentes, pero poco hablados.

Años más tarde, la llegada de la menopausia vuelve a desafiar esta musculatura: la falta de estrógenos debilita los tejidos, favoreciendo escapes de orina, prolapsos y otras disfunciones. El resultado es que muchas mujeresterminan normalizandolas“goteras”o molestias íntimas como parte inevitable del paso del tiempo.

¿La buena noticia?

El suelo pélvico sí se puede recuperar en cualquier etapa de la vida. En esta guía práctica, de la mano de la Dra. María Eugenia Rivera (médico rehabilitador especialista en suelo pélvico), exploramos cómo fortalecer y rehabilitar el suelo pélvico en el posparto, la perimenopausiay la menopausia, para que ninguna mujer tenga que resignarse a vivir con estas molestias.

Posparto

Reconstruyendo la base tras el parto

Durante el embarazo y el parto se producen cambios significativos en la musculatura de la pared abdominal, en los músculos del suelo pélvico y en los ligamentos que los sostienen. Estos cambios pueden mantenerse a lo largo de toda la vida de la mujer. El parto vaginal, en particular, tiene un impacto notable en su persistencia, sobre todo cuando se ha producido un desgarro o ha sido necesario utilizar fórceps.

No es de extrañar que justo después de dar a luz muchas mujeres presenten incontinencia urinaria, prolapsos (sensación de “bulto” vaginal) o dolor perineal al retomar las relaciones sexuales. Estudios recientes indican que aproximadamente el 50% de las mujeres en el posparto inmediato tiene algún grado de descenso de órganos pélvicos, aunque solo un 10-20% desarrollará síntomas molestos.

Además, hasta un tercio sufre pérdidas de orina en los meses posteriores al parto. Estos problemas no deberían verse como “el precio por parir”, pues con la rehabilitación adecuada se pueden prevenir y tratar.

¿En qué consiste la rehabilitación posparto?

En esta etapa temprana, el objetivo es reconectar yfortalecer gradualmente la musculatura abdominal, lumbar y del suelo pélvico, que ha quedado distendida y fatigada tras el embarazo y parto. La Dra. Rivera recalca la importancia de no postergar los ejercicios: en cuanto el médico lo autorice (por lo general, tras la cuarentena), se pueden iniciar​ ejercicios suaves de Kegel para activar la zona inferior y realizar ejercicios suaves de espalda para recuperar una postura adecuada.

En general, los programas de entrenamiento muscular (abdominal y lumbar)​ d​urante el embarazo y el posparto logran reducir significativamente el riesgo de incontinencia urinaria de esfuerzo. Es recomendable combinar ejercicios en casa con sesiones supervisadas por​ fisioterapeutas o preparadores físicos especializados, ya que la supervisión profesional mejora la adherencia y la técnica correcta.

Consejos prácticos en el posparto

Además de los Kegels (contracciones voluntarias del suelo pélvico), ganan popularidad los ejercicios hipopresivos, que ayudan a fortalecer la faja abdominal y pélvica sin aumentar la presión intraabdominal. Es importante evitar levantar pesos excesivos en las primeras semanas y tratar el estreñimiento (para no forzar al pujar).

Si hubo episiotomía o desgarro, es importante realizar el seguimiento por tu matrona de área y sí presentas dolor o molestias en esa zona, debes ser valorada por un médico rehabilitador para pautar un tratamiento específico, que suele combinar con tratamiento de fisioterapia del suelo pélvico.

Perimenopausia

anticiparse a los cambios que vendrán

La perimenopausia es el periodo de transición, normalmente durante “los cuarentas”, en que los niveles hormonales empiezan a fluctuar antes de la menopausia. Aunque todavía puede haber menstruaciones, el cuerpo ya experimenta cambios sutiles que afectan al suelo pélvico. Por ejemplo, disminuye la producción de colágeno y la red de tejidos conectivos se vuelve más laxa. 

Esto puede traducirse en una ligera pérdida de tono de la musculatura y en un soporte menos firme para la vejiga, el útero y el recto. Muchas mujeres en esta etapa notan señales leves y es frecuente no darles importancia. 

¿Qué señales de alerta conviene no ignorar?

Algunas de las más comunes son:

Aunque estos síntomas suelen serleves al inicio, no hay que dejarlos pasar. De hecho, la incontinencia urinariano es cosa solo de mujeres más mayores: en mujeres de mediana edad la prevalencia ronda el30-40%.

La buena noticia es que, así como el suelo pélvico empieza a cambiar antes de la menopausia, también podemos cuidarlo antes. La Dra. Rivera aconseja realizar una valoración personalizada del suelo pélvico en esta etapa. Así se puede identificar si hay músculos debilitados o por el contrario un exceso de tensión (ambas situaciones son comunes en perimenopausia debido a cambios hormonales). 

Según el caso, el tratamiento incluirá ejercicios de fortalecimiento(por ejemplo, rutinas de Kegel progresivas, ejercicios con balón de pilates para activar el perineo, etc.) o bien técnicas de relajación y liberación miofascial si existe hipertonía muscular.

El enfoque en perimenopausia tiende a ser integral: además de ejercitar el suelo pélvico de forma aislada, se trabajan la postura, la respiración diafragmática y la musculatura abdominal profunda para asegurar un buen soporte sin sobrecargas.​ También es momento de reforzar hábitos saludables que benefician al suelo pélvico, como mantener un peso adecuado (el sobrepeso aumenta la presión abdominal), evitar el tabaco (la tos crónica daña el soporte pélvico)o mantener un sueño reparador y conciliador, así como practicar actividad física​ (que incluya fortalecimiento regular) de bajo impacto. Todo esto funcionará como una inversión para entrar a la menopausia con una base pélvica más fuerte.

Menopausia

mantener la fortaleza en la nueva etapa

Entradas en esta etapa podemos experimentar una pérdida de masa muscular y elasticidad en los tejidos. El suelo pélvico sufre un proceso de atrofia: las fibras musculares se debilitan, el colágeno en ligamentos y fascia disminuye, y las mucosas urogenitales (vagina, uretra) se adelgazan. 

Con la bajada de los estrógenos en la postmenopausia es más frecuente notar ganas repentinas de orinar—a veces acompañadas de pequeñas pérdidas— y también descensos de los órganos pélvicos, como la vejiga, el útero o el recto. Esto ocurre porque los tejidos que los sostienen pierden firmeza.

A todo esto se puede sumar un conjunto de molestias que durante años se llamó síndrome genitourinario de la menopausia, aunque en realidad puede aparecer siempre que el estrógeno no llega bien a los tejidos de la vulva, no solo en esta etapa. Sus síntomas incluyen sequedad vaginal, dolor, ardor, escozor y un mayor riesgo de infecciones locales.

Todas estas afecciones tienen un impacto negativo en la calidad de vida y en la sexualidad de la mujer. Se estima que alrededor de una de cada tres mujeres padece alguna disfunción del suelo pélvico (incontinencia, prolapsos, disfunción sexual, etc.)– una cifra nada desdeñable.

La evidencia científica de los últimos años es contundente: la rehabilitación especializada en el suelo pélvico es un tratamiento eficaz y seguro, capaz de mejorar los síntomas urinarios y vulvovaginales, la función sexual e incluso la calidad de vida en general. 

Un estudio reciente, por ejemplo, siguió durante 12 semanas a mujeres posmenopáusicas (~68años de edad) con un programa de ejercicios de Kegel y fortalecimiento: el 76% de las participantes reportóuna clara mejoría en sus síntomas tras completar el entrenamiento. Se observaron menos escapes de orina, tejidos vaginales más saludables y mejor respuesta sexual.

¿Por qué funciona?

Al ejercitar regularmente los músculos pélvicos se aumenta su fuerza y volumen, lo que proporciona un mejor soporte a la vejiga y el útero (reduciendo la incontinencia y el riesgo de prolapso). Además, el movimiento muscular estimula la circulación sanguínea en la zona genital, lo que puede mejorar la lubricación natural y la sensibilidad sexual.

El abordaje durante la menopausia suele ser multidisciplinar

Por un lado, los ginecólogos pueden recomendar tratamientos médicos para combatir la atrofia vulvovaginal, como cremas de estrógeno local, láser intravaginal o hidratantes con ácido hialurónico. Sin embargo, estos tratan principalmente el tejido, no el tono muscular.

Ahí es donde la rehabilitación del suelo pélvico complementa el tratamiento: fortalece los músculos para recuperar continencia y soporte, y educa a la paciente en hábitos que protejan su suelo pélvico (por ejemplo, aprender a toser o levantar peso contrayendo previamente la musculatura para no dañarla).

La Dra. Rivera subraya que el entrenamiento debe adaptarse a cada mujer:“No es lo mismo rehabilitar a una paciente de 55 años recién entrada en menopausia, que a otra de 75 con una cirugía de prolapso. Pero todas pueden mejorar con ejercicios adecuados”

También han cobrado interés nuevas técnicas como la radiofrecuencia vaginal, que mediante calor estimula la producción de colágeno en la mucosa y favorece la firmeza de los tejidos: los estudios preliminares muestran que combinada con ejercicios puede aliviar síntomas urinarios y mejorar la satisfacción sexual sin efectos secundarios relevantes.

Todas las edades cuentan

intervenir siempre suma

En resumen, el suelo pélvico —que forma parte del complejo abdominal, lumbar y pélvico— acompaña a la mujer en todas las etapas de su vida y, aunque cada una trae desafíos distintos, en todas es posible intervenir para mejorar.

No hay edad “demasiado tardía” ni síntoma “demasiado leve” para buscar ayuda. La Dra. Rivera insiste en desterrar la idea de que incontinencias, prolapsos o dolores sexuales sean “normales” por ser mujer o por la edad: hoy disponemos de técnicas eficaces para tratarlos. El primer paso es perder la vergüenza y consultar con profesionales ante cualquier señal de alarma.

FUENTES:

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