Menopausia
mantener la fortaleza en la nueva etapa
Entradas en esta etapa podemos experimentar una pérdida de masa muscular y elasticidad en los tejidos. El suelo pélvico sufre un proceso de atrofia: las fibras musculares se debilitan, el colágeno en ligamentos y fascia disminuye, y las mucosas urogenitales (vagina, uretra) se adelgazan.
Con la bajada de los estrógenos en la postmenopausia es más frecuente notar ganas repentinas de orinar—a veces acompañadas de pequeñas pérdidas— y también descensos de los órganos pélvicos, como la vejiga, el útero o el recto. Esto ocurre porque los tejidos que los sostienen pierden firmeza.
A todo esto se puede sumar un conjunto de molestias que durante años se llamó síndrome genitourinario de la menopausia, aunque en realidad puede aparecer siempre que el estrógeno no llega bien a los tejidos de la vulva, no solo en esta etapa. Sus síntomas incluyen sequedad vaginal, dolor, ardor, escozor y un mayor riesgo de infecciones locales.
Todas estas afecciones tienen un impacto negativo en la calidad de vida y en la sexualidad de la mujer. Se estima que alrededor de una de cada tres mujeres padece alguna disfunción del suelo pélvico (incontinencia, prolapsos, disfunción sexual, etc.)– una cifra nada desdeñable.
La evidencia científica de los últimos años es contundente: la rehabilitación especializada en el suelo pélvico es un tratamiento eficaz y seguro, capaz de mejorar los síntomas urinarios y vulvovaginales, la función sexual e incluso la calidad de vida en general.
Un estudio reciente, por ejemplo, siguió durante 12 semanas a mujeres posmenopáusicas (~68años de edad) con un programa de ejercicios de Kegel y fortalecimiento: el 76% de las participantes reportóuna clara mejoría en sus síntomas tras completar el entrenamiento. Se observaron menos escapes de orina, tejidos vaginales más saludables y mejor respuesta sexual.
¿Por qué funciona?
Al ejercitar regularmente los músculos pélvicos se aumenta su fuerza y volumen, lo que proporciona un mejor soporte a la vejiga y el útero (reduciendo la incontinencia y el riesgo de prolapso). Además, el movimiento muscular estimula la circulación sanguínea en la zona genital, lo que puede mejorar la lubricación natural y la sensibilidad sexual.
El abordaje durante la menopausia suele ser multidisciplinar
Por un lado, los ginecólogos pueden recomendar tratamientos médicos para combatir la atrofia vulvovaginal, como cremas de estrógeno local, láser intravaginal o hidratantes con ácido hialurónico. Sin embargo, estos tratan principalmente el tejido, no el tono muscular.
Ahí es donde la rehabilitación del suelo pélvico complementa el tratamiento: fortalece los músculos para recuperar continencia y soporte, y educa a la paciente en hábitos que protejan su suelo pélvico (por ejemplo, aprender a toser o levantar peso contrayendo previamente la musculatura para no dañarla).
La Dra. Rivera subraya que el entrenamiento debe adaptarse a cada mujer:“No es lo mismo rehabilitar a una paciente de 55 años recién entrada en menopausia, que a otra de 75 con una cirugía de prolapso. Pero todas pueden mejorar con ejercicios adecuados”.
También han cobrado interés nuevas técnicas como la radiofrecuencia vaginal, que mediante calor estimula la producción de colágeno en la mucosa y favorece la firmeza de los tejidos: los estudios preliminares muestran que combinada con ejercicios puede aliviar síntomas urinarios y mejorar la satisfacción sexual sin efectos secundarios relevantes.