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NUTRICIÓN

¿Tienes hambre o estás cansada?

Aprende a distinguir el hambre real del emocional y del metabólico

¿Cuántas veces al día sentimos hambre?

¿Y cuántas de esas veces es realmente nuestro cuerpo pidiendo energía?

Las sensaciones de hambre pueden ser engañosas, sobre todo durante la menopausia, cuando los cambios hormonales alteran nuestras señales internas. Para poder responder adecuadamente a nuestro cuerpo, primero debemos comprender los tres tipos principales que existen de hambre: el fisiológico, el emocional y el metabólico, y, no menos importante, aprender a diferenciarlos:

Tipos de hambre

Menopausia:

Un terreno fértil para que el hambre pierda su regularidad

Con la caída de los estrógenos, se reconfigura el sistema endocrino femenino, afectando no solo el ciclo menstrual, sino también el metabolismo, el sueño, el estado de ánimo y, por supuesto, el apetito. Este conjunto de cambios puede hacer que se experimente más hambre o más fatiga, a veces indistinguibles entre sí.

Estudios del European Journal of Clinical Nutrition han mostrado que las mujeres en perimenopausia presentan un aumento significativo en la sensación de hambre y en el deseo de comer, incluso en ausencia de una necesidad energética real. Además, reportan menor sensación de saciedad, lo que puede llevar a comer más sin sentirse realmente satisfecha. 

La caída del estradiol —el principal estrógeno ovárico— elimina un freno natural al apetito. A esto se suma una menor producción de leptina, la hormona que comunica al cerebro que estamos llenas, y un aumento de la ghrelina, la hormona que activa el hambre. Esta combinación hormonal crea un entorno propenso al aumento del apetito, a los antojos frecuentes y a la dificultad para detenerse al comer.

Por si fuera poco, el estrés propio de esta etapa —sea por cambios vitales, laborales o familiares— contribuye a elevar los niveles de cortisol, una hormona que no solo activa la alerta, sino que también estimula el apetito, especialmente por alimentos calóricos.

El círculo se completa cuando el sueño se ve alterado, otro síntoma muy común en la menopausia. Dormir mal reduce la leptina, eleva la ghrelina y predispone a una mayor ingesta calórica al día siguiente. La fatiga no solo merma la energía: confunde la señal de hambre y nos hace buscar azúcar como vía rápida de "reactivación".

Hambre o cansancio:

una distinción vital para tu salud

Distinguir si lo que sentimos es hambre real o fatiga es clave para evitar comer en exceso, mantener un metabolismo equilibrado y sostener una relación sana con la comida.

Estrategias prácticas y reflexivas para afinar esa percepción

Estrategias integrativas

para recuperar el equilibrio

Conocer las causas es solo el primer paso. Lo siguiente es adoptar hábitos que ayuden a regular las señales internas y a reconectar con una alimentación intuitiva, especialmente durante la menopausia. Te detallamos algunas estrategias que pueden ayudarte a reconfigurar tu equilibrio: 

Tu cuerpo sabe, escúchalo con atención y ciencia

La menopausia es una etapa de transformación. En ella, el cuerpo de la mujerse reorganiza, y con ello también nuestras sensaciones de hambre, energía y saciedad. Escuchar a tu cuerpo con atención, comprender sus señales y responder con conciencia puede marcar una diferencia enorme en tu bienestar.

No todo lo que parece hambre lo es. A veces el cuerpo solo necesita una pausa, un vaso de agua, un descanso o un gesto de autocuidado. Aprender a distinguir el hambre real del emocional o del metabólico es una herramienta muy valiosaen esta etapa.

En WomanhoodClinic trabajamos con nutrición integrativay evidencia científicapara ayudarte a distinguir el hambre real del emocional o del metabólico y construir hábitos que se mantienen. Si te interesa, explora nuestras guías y artículos prácticos —tu cuerpo habla; la ciencia te da el diccionario.

FUENTES:

  1. Vigil, P., Meléndez, J., Petkovic, G., & Del Río, J. P. (2022). The importance of estradiol for body weight regulation in women. Frontiers in Endocrinology, 13, 951186. https://doi.org/10.3389/fendo.2022.951186 
  2. Taheri, S., Lin, L., Austin, D., Young, T., & Mignot, E. (2004). Short sleep duration is associated with reduced leptin, elevated ghrelin, and increased body mass index. PLoS Medicine, 1(3), e62. https://doi.org/10.1371/journal.pmed.0010062 
  3. Sominsky, L., & Spencer, S. J. (2014). Eating behavior and stress: a pathway to obesity. Frontiers in Psychology, 5, 434. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2014.00434 
  4. Duval, K., Prud’homme, D., Rabasa-Lhoret, R., Strychar, I., Brochu, M., Lavoie, J. M., & Doucet, E. (2014). Effects of the menopausal transition on dietary intake and appetite: a MONET group study. European Journal of Clinical Nutrition, 68(2), 271–276. https://doi.org/10.1038/ejcn.2013.171 
  5. Meule, A., & Vögele, C. (2013). The psychology of eating. Frontiers in Psychology, 4, 215. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2013.00215 
  6. Davy, B. M., Davy, K. P., Savla, J. T., Katz, B., Howard, K., Knight, A. (2025). Water intake, hydration, and weight management: The glass is half-full! Physiology & Behavior, 297, 114953. https://doi.org/10.1016/j.physbeh.2025.114953